La polilla del racimo (Lobesia botrana) es, sin duda, una de las plagas que más preocupa a los viticultores. Sus larvas dañan directamente la uva, provocan pérdidas de producción y, lo que es peor, abren la puerta a la entrada de hongos como la podredumbre gris. Esto se traduce en menos producción, mayor necesidad de tratamientos y, lo más importante, una uva de menor calidad que compromete el resultado final del vino.

 

Durante décadas, el manejo de Lobesia botrana se ha basado en tratamientos insecticidas químicos, aplicados en los momentos clave del ciclo de la plaga. Si bien estos productos ofrecen eficacia inmediata, presentan varios inconvenientes:

  • Posible aparición de resistencias en poblaciones de la plaga.
  • Impacto negativo sobre la fauna auxiliar y polinizadores.
  • Presencia de residuos en la uva y, por extensión, en el vino.
  • Mayor presión regulatoria y demanda de los mercados hacia una viticultura con menos químicos.

Alternativa sostenible: confusión sexual

Estas limitaciones han impulsado el desarrollo de alternativas sostenibles, entre las que destaca la confusión sexual.

La confusión sexual consiste en liberar feromonas sintéticas —idénticas a las que emiten las hembras de L. botrana— para saturar el ambiente del viñedo. Al quedar los machos “desorientados” e incapaces de localizar a las hembras, se reduce drásticamente el apareamiento y, con ello, la población de larvas en las generaciones posteriores.

Este método no elimina de inmediato la plaga, pero permite mantenerla en niveles muy bajos, reduciendo la necesidad de insecticidas. Además, es una estrategia inocua para el viñedo, segura para trabajadores y respetuosa con el ecosistema.

Ensayo práctico con sistema Puffer® LB

Por eso, esta campaña decidimos probar una alternativa biotécnica basada en la confusión sexual: el sistema Puffer® LB, que libera feromonas para desorientar a los machos de la polilla e impedir que encuentren a las hembras.

 

 

Instalamos el Puffer® en parcelas de viñedo de la zona de Cinco Casas que, históricamente, viene siendo una zona muy perjudicada por la plaga. Cerca de ellas, hicimos seguimiento de una parcela testigo, donde no se realizaron tratamientos. La diferencia ha sido clara:

  • En las parcelas con Puffer® observamos que el número de capturas era prácticamente nulo durante todo el verano y al final de ciclo había menos racimos dañados, con uvas más sanas y compactas.
  • En las zonas sin tratamiento, las capturas llevaron su ciclo habitual, mostrando el vuelo de las tres generaciones. Los daños se apreciaron desde la primera generación hasta la última, poniendo en riesgo la cantidad y calidad de la uva.
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Además, la instalación resultó sencilla y no requirió prácticamente mano de obra durante la campaña, lo que nos permitió trabajar con más eficiencia.

En resumen, pudimos comprobar en primera persona que el sistema funciona y que es una herramienta eficaz para mantener la plaga bajo control sin recurrir a tantos tratamientos químicos.

 

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